Una vida tronchada demasiado temprano

 

Santiago (Chagui) Mari Pesquera (1952-1975), es el hijo mayor de Juan Mari Brás y Paquita Pesquera Cantellops.

Juan Mari Brás, abogado de profesión, fue dirigente político desde su juventud y dedicado a la lucha por independizar a Puerto Rico de los Estados Unidos, que tomó posesión del país mediante una invasión militar el 25 de julio de 1898. Al momento de la muerte de su hijo, en marzo de 1976, Mari Brás dirigía el Partido Socialista Puertorriqueño, un movimiento vigoroso y creciente, abiertamente revolucionario, que había logrado una fuerza e influencia en el movimiento obrero, las luchas comunales y se abría paso en las contiendas electorales del país.

Paquita Pesquera, quien era profesora universitaria, fue militante desde sus años estudiantiles y participaba de forma prominente en el mismo partido. Al momento de la muerte de su hijo se encontraba enseñado en una universidad en Nueva York, y militando en la seccional del Partido Socialista Puertorriqueño en esa ciudad.

Chagui, apodo con el que se le conocía a Santiago Mari Pesquera, era un joven que a sus 23 años de edad despuntaba como un gran talento y con grandes capacidades. Un breve recuento nos da una idea.

Siempre fue un buen estudiante. Estudió escuela superior en la Escuela Libre de Música y se especializó en clarinete y trombón. Se graduó en el año 1970 con muy buenas calificaciones. Entró a la Universidad de Puerto Rico, de donde se graduó de bachillerato (B.A.) en Ciencias Sociales.

Tenía un espíritu emprendedor y aventurero. A los 16 años aprendió a manejar automóviles y por ahí siguió tomando licencias de equipo pesado y carga comercial lo que le permitió hacer trabajos de chófer alternando con los estudios. Su deseo de aprender, de conocer por práctica propia, su fortaleza física y sus grandes habilidades manuales lo llevaron a conquistar campeonatos deportivos de moto-cross, regatas de velero y un rally de 24 horas alrededor de toda la isla donde alcanzó el primer lugar en tiempo y precisión, compitiendo en su propio vehículo, con recursos muy limitados, contra expertos subsidiados por grandes compañías comerciales.

Practicaba el deporte de buceo y la pesca, así como la caza de aves y el baloncesto.

A los 18 años compró, junto a dos primos de la misma edad, una finca de 80 cuerdas en el barrio Toro Negro de Ciales a un precio que pudieron reunir entre los tres vendiendo algunas pertenencias y trabajando duro.

Políticamente Chagui se mantenía activo y participaba de las actividades del movimiento independentista y estudiantil. En la lucha contra el servicio militar obligatorio, se negó a servir por entender que no tenía por qué inscribirse en un ejército que no era el suyo, para pelear en la guerra invasora de Vietnam.

Se integró activamente en la huelga estudiantil de 1973 que mantuvo la universidad cerrada por varios meses, obligando a las autoridades universitarias a reunirse con el liderato estudiantil y a llegar a unos acuerdos.

Siempre asistía a las actividades contra la explotación minera y la devastación ecológica y a las del 23 de septiembre en Lares para celebrar el Grito de Independencia de 1868, a las que movilizaba también a sus amigos y primos.

Así creció, dominando todos los medios de transporte, practicando deportes al aire libre, participando en los eventos políticos y venciendo obstáculos e inventando soluciones hasta que su propio reto lo llevó a aprender la ciencia de pilotear aviones.

Para sufragar los estudios de piloto comercial, a los 22 años, después de graduarse de la universidad, vendió su parte de la finca de Ciales y se trasladó a Oklahoma, de donde regresó con su licencia para comenzar la carrera de piloto comercial.

Regresó en enero de 1976 y ya en febrero encontró trabajo. Llevaba varias semanas de piloto en una pequeña línea aérea de carga cuando lo asesinaron.

En la mañana del 24 de marzo de 1976, Chagui salió como de costumbre a trabajar y por la tarde, cuando debía recoger a su sobrino y su hermana, no llegó. A la mañana siguiente su cadáver fue encontrado en el interior del vehículo de su hermana, estacionado en la calle marginal de la carretera #1, que conduce de Río Piedras a Caguas, frente a las oficinas de General Foods.

En ese momento en que el Partido Socialista Puertorriqueño estaba en crecimiento y desarrollo, se publicaba el diario Claridad, que circulaba en Puerto Rico y Estados Unidos y se celebraban multitudinarias concentraciones políticas, el gobierno de Estados Unidos y el FBI, que opera en Puerto Rico por virtud de la condición colonial del gobierno local, usaba a la Policía de Puerto Rico en diversas formas de represión, hostigamiento y persecución contra los independentistas.

Desde el principio, al conocerse la muerte de Chagui, la sospecha general fue que no se trataba de un crimen común sino de un asesinato político. El país vivía un momento histórico en medio del ambiente de persecución institucional al independentismo típico de la Guerra Fria; Mari Brás era una figura prominente del movimiento, y él y su familia habían sido objeto de múltiples amenazas y atentados, incluyendo la colocación de artefactos explosivos en sus residencias y automóviles. Esto, unido al hecho de que en esa época la Policía estaba controlada por una banda de agentes corruptos y represores controlados por el FBI y que el Departamento de Justicia cometió una serie de irregularidades en la investigación y procesamiento del único sospechoso oficial del crimen, dejaron a la familia y al movimiento independentista insatisfechos con el resultado de la pesquisa y el juicio del cual resultó convicto Henry Walter Coira Story.

El Departamento de Justicia reabrió el caso en 1984 cuando concluyó sin lugar a dudas que Henry Walter Coira Story no actuó solo y otras personas participaron del asesinato. El FBI tiene en su poder documentos con información sobre el plan de asesinato y su ejecución.  El Departamento de Justicia de Puerto Rico y la familia de Chagui se los ha solicitado en varias ocasiones pero ellos se niegan a reconocer que los tienen y a desclasificarlos para que puedan ser utilizados para resolver el caso. La investigación siempre ha quedado corta y nunca se ha finalizado.